sábado, 31 de octubre de 2009

MAS VIDA PARA NUESTRO MOTOR......................










Mas vida para nuestro motor” famoso slogan de una empresa de lubricantes automotrices el cual podríamos aplicar a un sinfín de elementos que son candidatos a consumir diariamente. Al primer producto que hacemos referencia es al, por muchos temido y por otros amado, aceite.
En muchas ocasiones hemos escuchado de gente allegada la cual evita el consumo de cualquier alimento que consideran “grasoso” considerando que la única función de las grasas es la de engordar. A grandes rasgos, las grasas utilizadas en la cocina cumplen funciones básicas, como la de ayudarnos a repartir los sabores en el paladar, transmitir un calor “seco” a nuestros alimentos ayudándonos así a conservar la humedad natural presente en estos, característica buscada sobre todo en el método de cocción que llamamos fritura.




Cuando hablamos de fritura podemos definirla como la cocción de un alimento mediante su inmersión rápida en algún recipiente repleto de materia grasa caliente (dependiendo del producto manejamos rangos que van desde los 140° a los 180° C) para poder obtener una cubierta crujiente, seca y dorada. El producto final, al contrario de lo que la gente “de a pie” considera, posee mejores características organolépticas que muchos alimentos ya cocinados con métodos de cocción mal empleados como el hervido, blanqueado o escalfado (métodos que en otra ocasión definiremos de forma detallada).






La temperatura de la fritura es muy importante ya que al entrar en contacto con el aceite, el alimento generara una capa crujiente, dorada y seca. Si el producto que vamos a freír tiene altos contenidos de agua (hortalizas de hoja por ejemplo) la temperatura del aceite deberá de estar en un rango de los 140° C. si el contenido de agua es menor (la carne, papas, etc.), la temperatura del aceite deberá rondar los 180°.




Así pues los alimentos sometidos a este método de cocción, poseen en muchas ocasiones, menor cantidad de grasa. En realidad el aceite caliente disuelve los lípidos del alimento que fríe y los sustituye con los suyos, pero en una proporción muy estable. El resultado de esto es que aquellos productos con un contenido en materia grasa superior al 10% dejan más en el aceite de la que toman. Así, la carne molida de cerdo (por ejemplo en albóndigas o embutidos) pasa de 13% mg. al 12% mg. y en pescados “azules”, como se denomina a pescados como el atún, salmón, marlín, etc., baja del 14% mg, al 10% mg. (aun menos grasa que en métodos de cocción húmedos). Además, las grasas saturadas, mayoritarias en el tejido animal, quedan sustituidas en parte por las insaturadas o poli-insaturadas de los aceites vegetales.
Otro punto importante a tomar en cuenta en la fritura son las ocasiones que se puede reusar el aceite para el mismo fin. Tomando como ejemplo el aceite de oliva, si no lo calentamos por encima de los 200° podemos reutilizarlo para freír 5 veces. Ya que la degradación de moléculas que puedan convertirse en elementos tóxicos obtenidos en investigaciones han sido obtenidas recalentando los aceites por encima de los 300°C.
Si queremos ampliar nuestro rango de sabores, es bueno empezar por los métodos de cocción que utilizamos en la preparación de alimentos, y es también importante empezar a desmitificar aquellos que malamente hemos nombrado dañinos, por el simple hecho de no saber emplearlos. No basta con conocer los principios, uno necesita saber cómo manipular
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lunes, 5 de octubre de 2009








Del plato a la boca en ocasiones perdemos algo más que la sopa.

Recordando los días fríos, en los cuales llegábamos a la mesa esperando con ansia lo que elaboro la abuela para comer, nos encontrábamos con el clásico “cocido”, o “puchero” que, aparte de carne, contenía tanto legumbres como hortalizas frescas, muchos preferíamos terminarnos el caldo mucho antes de los vegetales o la propia carne, que al final era el elemento que daba nombre en la comida del día, como caldo de res, caldo de pollo, etc., desconocíamos las propiedades del propio caldo que nos empeñábamos desaparecer a ritmo desproporcional con relación a las hortalizas del mismo plato, esa batalla épica entre la madre y el niño que se resiste hasta avanzada edad a consumir completamente los sólidos contenidos en su plato podemos decir que, poco a poco ahondando en la investigación en cuanto a tecnología de alimentos refiere y en contra de los deseos de mi madre a terminarme las calabazas que le agregaban al caldo de pollo de mi abuela, la guerra la van ganando los niños. Nada tiene que ver la limitada simpatía de mi persona por la textura de las hortalizas en los caldos y menos hacia el simple hecho de querer hacer dieta líquida.

Pocos fueron a los cuales les transmitieron la información de que cada producto que podemos encontrar en el mercado tiene diferentes características para poder ser, primero comprado, después almacenado y posteriormente sometido a una serie de suertes dentro de los fogones.

Los métodos de cocción, transferencias de calor y tipos de cocción aplicados a los alimentos afectan de manera directa a la materia prima que será transformada en nuestro alimento de cada día y como decía uno de los grandes investigadores de la gastronomía Mexicana, Giorgio d´Angeli “… nuestra comida debe ser buena, o sea de nuestro agrado. Pero con eso no basta: debe ser de buena calidad, sana y bien hecha. Su sabor debe contribuir a nuestra felicidad…” y para llegar a esa felicidad, culinariamente hablando, debemos también conocer el camino para llegar a ella. Es decir, el cómo y por qué de la cocina.
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A grandes rasgos hablaremos del fenómeno que se presenta a la hora de elaborar un caldo, que es la concentración de sabores. Retomando una receta cacera de caldo de res, recordaremos que las abuelas colocaban la carne en agua fría, junto con cebolla, ajo, algunas hierbas de olor y, en otras ocasiones, agregando papas, garbanzos, calabazas y hasta chayotes. Después lo llevaban a hervor suave por periodos que llegaban a durar 4 horas, o hasta que se suavizaran las fibras de la carne. Al final agregaban sal y uno que otro sazonador mágico, cuya receta se la llevaron consigo, y tenían listo el “cocido” para calmar tanto el hambre, como el frio que nos acosaba en invierno.

Al ser una cocción a fuego lento, en liquido y por periodos de tiempo prolongados, se presenta un tipo de cocción que en gastronomía llamamos “expansión”. Esto es: los sabores presentes en los productos se expanden al medio de cocción. Además, tenemos que la forma en la que el calor pasa a la materia prima, la encontramos con el nombre de convección, que no es mas que la circulación del calos por algún medio, en este caso el agua. Esto redundara en una circulación homogénea del calor que finalizara en la cocción pareja de la carne.
El calor actua de muchas maneras en la materia prima: las fibras de las proteínas se suavizan, las grasas se funden, el colágeno se coagula. En el caso de las cocciones en medios líquidos tendremos que las proteínas, grasas y minerales quedan contenidos en el caldo que sirvió para dar cocción a la carne, así, tenemos una preparación rica en proteínas y minerales, elementos que nuestro organismo necesita para poder sustentarse. Los elementos sólidos que en un principio eran el compuesto principal de nuestro platillo –llámese carne, hortalizas, legumbres, etc.- sueltan tanto su sabor como sus propiedades quedando materia con pocas propiedades de sabor, textura y nutrientes, debido a que todos estos elementos pasaron, debido a una cocción lenta y prolongada, a ser parte del caldo que debería ser la primer elección de la gente en poder consumir cuando de un platillo de estas condiciones hablemos.

Así pues, los niños, y mi persona, llevamos un round ganado en cuanto al hablar de consumir nutrientes en los caldos nos referimos. Las propiedades de los alimentos cuando tenemos cocciones en medios líquidos, al final quedan en este medio. O en otras palabras: “lo que nutre es el caldo”.

lunes, 22 de junio de 2009

ey,, pasenme a visitar,,,

http://albertogomez.webs.com/

lunes, 15 de junio de 2009



life is PASSION..........

................y es aqui cuando con toda la gula del mundo nos ponemos a armar un postre para este verano..........

MOUSSE DE PASIÓN Y NARANJA
Azúcar a 121º C 160 gr
Ralladura de naranja 1 gr
Claras de huevo 320 gr
Zumo de naranja 250 ml
Gelatina en hojas 16 gr
Puré de fruta de la pasión 500 gr
Nata semimontada 750 gr


Preparar un merengue italiano con el azúcar y las claras de huevo.
Previamente habremos infusionado la ralladura de naranja en el azúcar, las retiraremos y eguiremos la cocción hasta llegar a los 121º C.
Alcanzado este punto verteremos el jarabe sobre las claras de huevo a medio batir y dejaremos en la batidora hasta su total enfriamiento.

Aparte fundir las hojas de gelatina con el zumo de naranja e incorporarlas al puré de fruta de
la pasión y mezclar a continuación con el merengue antes preparado.
Finalmente incorporar a la mezcla la nata semimontada.
Reservar enfrío.

GANACHÉ DE LECHE Y NARANJA CON CEREZAS EN CONSERVA
Nata líquida 300 gr
Cobertura de leche y naranja 600 gr
Mantequilla 100 gr
Trimoline 80 gr (azúcar invertido)
Cerezas en conserva c/s


Hervir la nata y verterla sobre la cobertura de leche en dos o tres veces, incorporar la Trimoline
(azúcar invertido) y finalmente la mantequilla. Mezclar bien.
Verter esta ganaché en moldes de tamaño inferior a la tarta, y esparcir en su interior griottines al Cointreau. Congelar y reservarhasta su utilización.



MONTAJE
Forrar un molde triangular con una tira de bizcocho gioconda decorado, que no
llegue hasta el borde del molde.
Colocar en el fondo del molde una plancha de bizcocho de chocolate.
Extender encima una capa de mousse de pasión y naranja, hasta casi la mitad del molde e incrustar en el centro la ganaché de leche y naranja con griottines ya congelada.
Cubrir con otra capa de mousse y colocar encima una nueva plancha de
bizcocho, terminar de llenar y alisar con la mousse. Congelar
Alisar la con gelatina de naranja mezclada con ralladura de naranja confitada.
Decorar al gusto.
Agradecimientos a:
Maestro Pastelero Carles Mampel

jueves, 12 de febrero de 2009




















Estimados y muy queridos visitantes, pues aqui sigo en el desarrollo del blog, por ahora solo les dejo unas imagenes de lo que ando haciendo, incremendanto mis habilidades en la pasteleria y, pues, a ver que mas hago pronto y lo subo inmediatamente ok.

ciao


martes, 11 de noviembre de 2008

CRUMBLE DE MANZANA

Pues les dejo la primer receta del blog, espero que la hagan, y sobre todo que les guste.

sencilla y practica, no son necesarios utencilios dificiles de conseguir.

Ingredientes


15 0 gr mantequilla 
9 0 gr azucar glass
 1  huevo (pza)
 250 gr  harina
 400 gr  azucar refinada
1 kg  manzana verde  
50 ml  miel
 1  canela pza
 150 gr  azucar
 250 gr  harina
 150 gr  mantequilla
 1 cdta de concentrado de vainilla

PROCEDIMIENTO

Para la masa, mezclar la manteca (a temperatura ambiente) con el azúcar glass y trabajar con batidora hasta obtener una pasta suave. Agregar el huevo y seguir batiendo. Una vez suave incorporar harina con ayuda de dos cornets. Armar la masa y llevarla a la heladera para que repose 1 hora.El relleno: colocar el azúcar en una olla pequeña. Llevar al fuego para obtener un caramelo. Cocinar, revolviendo constantemente con cuchara de madera, a fuego mínimo, hasta que tome color dorado claro.Pelar las manzanas, cortarlas en láminas y sumarlas al caramelo junto con la miel y la canela en rama. Esperar 2 minutos, para que la manzana suelte su jugo y revolver la preparación con cuidado. Cocinar a fuego mínimo 5 minutos.
Para la cubierta: mezclar con las manos el azúcar, la harina, la mantequilla fría y la esencia hasta obtener una arenilla (pequeños gránulos). Colocarla en una charola para horno y cocinar a temperatura moderada (180ø), hasta que se seque (unos 10 minutos), dando vuelta la preparación en la mitad de la cocción. Dejar enfriar

Armado del postre: estirar la masa con el palo de amasar y forrar una tartera de 22 cm de diámetro. Cocinar 20 minutos en el horno a 180ø. Retirar, colocar el relleno, esparcirlo bien y cubrir la tarta con el crumble hasta llegar a los bordes. Continuar la cocción en el horno 15 minutos más.Servir el crumble acompañado con crema chantillí o una bocha de helado de vainilla.